No es difícil imaginar que su origen se remonta siglos atrás. Donde no hacía falta más que 3 trozos de madera y un par de ruedas de goma para hacer feliz a cualquier niño.
Sin embargo, pocos se imaginan lo poco que tardó en llegar desde entonces el actual líder de los VMP, el patinete eléctrico. Y es que aunque parezca sorprendente, según tupatin.es, la primera patente de un patinete eléctrico funcional se remonta a 1895. Tuvo un recorrido muy similar al de las bicicletas eléctricas aunque con menor repercusión. Cabe destacar que por aquel entonces en poco se asemejaban a los patinetes eléctricos que vemos hoy. Se trataba de grandes aparatos muy pesados y difíciles de manejar. Motivo por el cual quedó dañado el desarrollo y la imagen de este vehículo hasta quedar prácticamente en el olvido. Hasta unos cuantos años después, durante la Segunda Guerra Mundial, donde según la revista Muy Interesante resultaron ser de gran utilidad en un momento en el que se sufría escasez de gasolina.

Según ibasque.com, el segundo boom llegó en 1967, con la aparición de las baterías alcalinas a manos de Karl Kordesch. Poco después, diversos especialistas se animaron a patentar sus propias versiones del patinete eléctrico, una tendencia que continuó allanando el camino hacia la invención del scooter moderno que conocemos hoy. Esto supuso grandes avances tecnológicos en un breve periodo de tiempo. Mejores baterías, mejor portabilidad, mejores diseños…
Pero no fue hasta hace poco, a mediados de la última década, que la población mundial adoptó una verdadera concienciación medioambiental que resultó más que beneficiosa para el scooting. Lo que supuso, según Idealo, un aumento de la demanda del 1021% del 2019 al 2020 y más de un 60% de la demanda total de VMP según Europa Press.